 |  durante un año y medio. |
“Si las puertas de la percepción fueran depuradas el hombre percibiría todas las cosas tal como son, infinitas”
William Blake
El cosmos aquí definido podría ser una utopía, aunque irónica y ambigua: la humanidad es desenfadada, saludable y avanzada tecnológicamente. La dramaturgia de Ezequiel de Almeida es bipartita, no presenta un relato en el sentido clásico, no hay un hilo conductor similar a las obras tradicionales, sino que trabaja con otra dinámica, ya que parte de una estructura básica, a veces fragmentada, a veces paradójica, que se itera en diferentes escalas, como si fuese una dimensión de imágenes fractales, una aplicación reiterada de funciones holomorfas, una cuasiautosimilitud.
Los intérpretes se adaptan de una manera muy sólida a la propuesta. El diseño de iluminación es muy interesante, hay un uso puntual de los colores y perspicaces recursos climáticos, lo que aporta volumen dramático a la imagen auditiva del director. Por otra parte, suma al interés visual ya que hay una expansión escénica que va más allá de la simple construcción de una historia.
Ya no contagio es una experiencia donde el autor propone una pluralidad, reducir el filtro de la realidad provocado por los órganos de los sentidos que cubre una aparente realidad cotidiana, una limitación generada a través de nuestro sistema nervioso y de esta manera acceder a la unidad de lo infinito.
Alejandro Chaluat
alejandro(a)geoteatral.com.ar
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