lunes, 26 de octubre de 2009

Desinforme YNC por Henríquez




desinforme: YA NO CONTAGIO de Ezequiel de Almeida


La obra te da lo que estás buscando,

si bien tal vez no sepas qué es lo que estás buscando.”

Dijo alguien.

“Estética de la emoción química.”

Dijo otro.

“Cuál te gustó más?”

Preguntaron válidamente por ahí.

“Una eyaculación mental.”

Arrojó ella.


Como un astronauta buceando en océanos del futuro sensual, mi amigo y dramaturgo, Ezequiel de Almeida, nos hace convite privilegiado al consumo de la imagen, audaces reflexiones de por medio, esparcidas como minas en un campo de diálogos, que parecen tan triviales… que, de tanto serlo, no lo son.

¿De qué se habla en Ya no contagio? De muchas cosas, claro, algunas aquí: “del dato exacto al absurdo”. De una forma bellamente posible de las relaciones en épocas venideras (“La monogamia fue un sistema de gobierno que fracasó”), una variante sci-fi de la historia en la cual el sexo deja de ser tabú y se convierte en una posibilidad de vida para estos personajes casi replicantes, en su intento de sentirse como humanos. De la hipocresía de ciertas estructuras sociales, y de cómo -aún dentro de ellas- se encuentra la frívola maravilla congelada, que hizo las delicias de Fitzgerald. Promiscuidad tecnológica aparte, en la que hasta el más taimado ha caído presa, y en la que un robot o dios buscador –y de infinitas entradas- suple nuestra memoria, dejándonos sólo a cargo de los presagios. “Tengo un don” afirma atinadamente resuelta una de las actrices. Peligros que se vuelven aciertos, o placeres en un mundo sin memoria, víctima de cámaras las 25hs. Allí, un baile ritual, luces parpadeando según el vaivén de la audiencia. ¿La vida copia al reality? Quién sabe. Lo cierto es que a veces es necesario poner toda la carne al asador, y aquí esto se cumple sin rodeos. Pero –atentas las miradas- entre la provocación al voayeur y el fogoso desfile de curvas femeninas, a mitad de la obra se introducirá un extraño (Tilo), destinado -aún contra su propia voluntad- a ser espejo de las reacciones del público (el otro borde-s), licuando lo erótico en sonrisa.

Disculpen que todo esto sea un tanto desordenado, pero ayer vi la obra, y hoy me levanté temprano (cosa rara) y seguía pensando en lo que había visto y oído (cosa más rara aún), y las críticas largas son aburridas, y el pensamiento, en fin, es desordenado.

Un desorden arreglado de los sentidos, donde cada palabra inesperada tiene su gesto, y Julia Bujman, Paula Brasca, Cumelén Sanz, Agustina Bártoli, Martín Soler, y Federico Di dorio se encargan de hacerlos verdaderos, en el marco de una puesta en escena mínima e impecable.

Y ya pasado este nuevo mediodía, entre tanto sol, no sé por qué pienso en la forma en que hacen el amor ciertos peces en el fondo del océano.

Y en un talismán brillando desde una pileta.

Propuesta más que interesante, el amor como descreer en la intimidad de los secretos.

Gemidos como llaves en la oscuridad.

Quizá Ya no contagio sea la obra que todos deberíamos ver y, mejor aún, si no estamos preparados…

Henríquez, 26/10/2009

http://vermasvidrio.blogspot.com


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